
Las escaleras exteriores del Museo de las Ciencias fueron añadidas después de su construcción pues Santiago Calatrava olvidó dotar al edificio de una salida de emergencia | L.Osset.
Más de 1.200 millones de euros es lo que ha costado la Ciudad de las Artes y las Ciencias, según el último informe de la Sindicatura de Cuentas, una cifra que ha cuadruplicado la que incluía el presupuesto inicial.
Pero, ¿cómo? y sobretodo: ¿por qué? El periodista Joaquim Clemente y el arquitecto Luis Casado coinciden en señalar que, además de un presupuesto “mal ajustado”, es la falta de definición de la propuesta lo que luego lleva a “cambios continuos para cubrir necesidades de ampliación de un proyecto que inicialmente no está ni bien planteado ni bien hecho”, señala el primero de ellos. En la misma línea se manifiesta el portavoz del grupo Esquerra Unida (EUPV) en las Cortes Valencianas, Ignacio Blanco: “los 625 millones de euros de sobrecoste se han ido en la construcción de un complejo sin ningún tipo de planificación ni de consideración de su utilidad”.
Mientras, Eva Martínez, diputada del PSOE en las Cortes Valencianas, no duda en señalar como culpable a la “política y la economía de corrupción y ruina con la que el gobierno del PP ha gobernado durante casi 20 años en esta Comunidad”.
Por su parte, el Secretario Autonómico de Turismo, Daniel Marco, aunque no justifica los sobrecostes, reconoce que parte de las causas se encuentran en “la complejidad de un edificio que no es normal, ni su construcción, ni su mantenimiento ni su comportamiento”.
La polémica que ha envuelto estas cifras no ha sido poca, ni poco razonable si tenemos en cuenta lo que ha costado al sector público valenciano el complejo y la utilidad que tiene en la actualidad.
Y no sólo eso. El arquitecto y diseñador de la Ciudad de las Artes y las Ciencias es uno de los blancos sobre el que se lanzan las críticas, tras hacerse evidentes las deficiencias constructivas y funcionales de sus edificios y compararlas con los honorarios que ha cobrado por su obra: 94 millones de euros, según la web calatravanonoscalla.com. La razón de dicha cifra se explica en el contrato que firmó en 1991 el Instituto Valenciano de la Vivienda y Santiago Calatrava. En él se vinculan los honorarios del arquitecto al coste final de las obras y no al presupuestado, por lo que incrementos en el gasto del complejo suponían incrementos en su retribución.
Los 15 millones de euros que cobró el arquitecto por las llamadas Torres de Calatrava han sido también objeto de reprobación. Y es que, aunque los rascacielos —de entre 200 y 300 metros de altura— nunca llegaron a levantarse, Santiago Calatrava recibió honorarios sólo por realizar la maqueta, tal y como figura en el contrato que firmó con el entonces director general de CACSA, Jorge Vela. Luis Casado destaca la “gran influencia del arquitecto en el ámbito político que ha aprovechado para sacar tajada proponiendo proyectos y más proyectos”.
La reflexión que hace Casado, pasa por denunciar la “desproporcionada cantidad de dinero que nos ha costado a todos los valencianos” pero también considerar el coste de oportunidad: escuchar la declaración.